sábado, 7 de diciembre de 2013
Quemar lo cotidiano
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No fue ceniza tuya
quien ardió
el origen del fuego.
Fue nuestra sinrazón en la costumbre
de ser tiemblo y tristeza,
agonía en la sed,
esa respiración acompasada
que disuelve a los solos
con instinto animal,
que los diseca.
Los restos del amor son calentura,
antorcha para dos
y un mismo infierno.
mmb
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2 comentarios:
Enhorabuena , es un poema de una gran belleza, Un fuerte abrazo, me gustó tu blog.
Feliz fin de semana. Besos.
Me alegra que te guste, Amapola. Gracias por tu visita y por dejar tan cálidas palabras.
Un abrazo.
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