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Pasan los instantes en raíles de memoria.
Pasan los días repetidos con sueños diferentes envueltos en olvido.
Pasa despacio el silencio. La quietud se fecunda sin cesar. No recuerdo el rumor del mar y el temblor de su sombra; algo cósmico me atrapa a esperanzas sin sonido en los ojos abiertos de la muerte.
Nadie ha visto los avernos encendidos bajo el sol, ni al trasluz sus oquedades.
Festivo es el espanto en la matriz del frío, y lentos sus abrazos hendidos en presagios de nieve.
Sin embargo, aquí permanezco, sentado al borde de la noche, viviendo la insistencia del tiempo memorable cuando la luz acaba.
Y en la víspera del miedo, entono un alarido, tumbado bocarriba, a unos pasos de la luna que despierta su blancura impenetrable.
Manuel M. Barcia
La casa
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Hoy visitamos la casa
en la que vivió tu madre
siendo niña.
Otra ciudad, otro mundo.
Está en una calle de la zona antigua,
muy deteriorada por ...
Hace 3 horas
2 comentarios:
Bellísima prosa poética. El alarido...
Un beso sin tiempo, de éter
Ana
Aun recuerdo el rumor del mar y el temblor de su sombra.El miedo se instala cuando no logro olvidar.
Mas besos.
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