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Cuando duermen los días entre sombras
y se inunda de luz el horizonte,
nuestra edad es reflejo de las horas benignas
que aún respiran destellos de memoria.
Y casi no soporto de tan lejos las voces
que fueron antes tiempo de palabras.
Y todo se convierte en pensamiento.
Y cargan las ideas el peso del recuerdo
acaso en la patria de los sueños.
Y somos seres frágiles que huyen,
trasnochando la vida,
incapaces a veces de escuchar el silencio.
En él caben vacíos, preguntas sin respuesta,
y esa lucidez de las tinieblas
con idas y venidas de tristeza.
Cánticos de nostalgia
demandan su sonido
más allá de los tímpanos del viento;
una fórmula sana
de labrar la conciencia
con semillas de dicha
que ahora germina en mí;
me pregunto si crezco en su consuelo.
Manuel M. Barcia
La flor
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Alguien regó con mimo la semilla, dándole el agua
que la tierra demanda, buscó el lugar donde la luz
es una amante fértil, rocío las hojas que reluc...
Hace 29 minutos
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