sábado, 16 de marzo de 2013
Lo que nunca perece
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Sí,
temo envejecer
en tus latidos,
corazón de cristal
partido en dos mistades,
arcilla de tu piel entre mis manos,
servidumbre de un dios
y tu materia,
como creándose.
Hágase luz en ti,
biología, los templos del placer,
porque luego serán nidos de sombra
que alivien mi condena.
Allí,
lo sensitivo en apariencia
y tú,
raíz de mi temblor,
lo que nunca perece.
mmb
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2 comentarios:
Esto es poesía de la buena Manuel, de la pellizca el sentimiento.
Un abrazo.
MAVI
Me alegra que te haya gustado este poema, pintora.
Un abrazo.
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