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Las obras incompletas aspiran a forjarse en otra edad,
tan póstuma y honorable
como la tesitura de lo antiguo
que fluye apoteosis de memoria.
El cuerpo del poema se divide,
las vísceras del verso
y algunas cicatrices desmedidas,
sucedáneos de mí
en mitad de la noche.
Porque yo soy así.
Viajero entre los márgenes de voz del espacio quebrado,
un romántico en ciernes,
tal vez un poco irónico y snob,
sin ánimo de ser aplauso en el prestigio,
transpirando la idea
que atrapa los sentidos del lector,
noctámbulo, incierto,
fragmento de las letras, su párpado
y escriba.
Manuel M. Barcia
La mirada del poema
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Aún se percibe la llama juvenil que acecha el día,
y eres el pájaro del sueño, la fe del iluso que hace
añicos lo real con el fusil de la palabra, e...
Hace 13 horas
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