Te podría escribir metáforas de miedo,
o llenar mis palabras con verbos que aniquilan
todos los ideales preñados de falacia
que un día utilicé desesperadamente
para ser en tu alma un ángel al acecho.
Pero acaso la duda
es algo cotidiano cuando asedia la muerte
cerca del corazón su punzante guadaña
como hiriente semilla del surco que carcome
la siembra del amor.
Por eso dejaré que sea el silencio
quien verse sobre ti mis sueños y temores,
para fingir la sed de un poeta sin río
que sacia en los labios de una geisha
su inútil vanidad.
Mientras yo, subiré paso a paso el olvido
hasta que seas tú el último peldaño
en esta antología de la nada.
Manuel M. Barcia