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Un silbo en mis oídos
agudiza los ecos del ayer,
gritándome los días de ilusión
con desmedido afán, como si fuera
oráculo del tiempo
que ambiciona secretos y palabras
para ser rebeldía en las raíces
donde mi voz fue sílaba y acento.
Allí busco saber quien soy, qué nombres,
qué adverbios del pasado se revuelven
sin fecha en mi memoria.
-Pretendía volar la energía del sol sobre la noche-
Traslado estas fiebres de lugar.
Locura y juventud para siempre extravío.
Ahora sólo escribo el porvenir,
las horas de noviembre
y páginas de un libro deshojado.
¿Acaso seré aquello que no existe,
un pájaro de luz,
la frontera del sueño en mí mismo?
Manuel M. Barcia
1 comentario:
Un saludo Manuel. El poema excelente, la imagen del niño entrañable.
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