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A qué fingir la huida,
silenciar los gemidos
y el instinto voraz sobre mi piel
-tan proclive al amor-
a lo que otorga luz
y al misterio conmueve.
Qué imágenes tendrá lo que dicta el deseo,
qué armonía, qué dones,
qué letras preñarán
su desnudo interior
la noche
los relieves
todo lo que nos sueña en libertad
latiendo interminable.
Entre mi pecho y tú
apenas hay lugar para extender
alfabetos en fuga.
No sé dónde escribir
lo que nos une,
la pasión que nos ata,
mis huellas de quietud cuando te vas
y en lo febril del aire
tan sólo quedan sílabas de olvido.
mmb
2 comentarios:
Éste sí que es de una belleza meridiana, Manuel, y no sé qué esperas para ponerlo donde tú sabes.
Ayyyy cabrónidus.
Namasté.
Mor
Es posible que las diosas etéreas sirvan para poco, que sean del amor un imposible, que a veces sólo muestren dos alitas impusándome al reniego. Pero son tan querencia del sol, tan géminis en mí, tan huella de quietud dónde habita el pensamiento...
Era otro el lugar para el destino de estos versos, acaso en el camino tropezaran con divagues de piel en mi vergüenza, pero el alma tiene sombra ultraversal, la ubicuidad por único cobijo.
Un beso.
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