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En la red del silencio
se apostan claridades que adormecen
el paradigma inmóvil de lo audaz
mientras el sueño escucha
quejumbres de la nada.
Sólo el tiempo en quietud,
sólo ascensos del alma por lugares vacíos,
sin huellas, sorprendiéndose,
como el candor de un niño.
Cuánta sombra de amor
grita la ausencia,
hay noches que la musa palidece,
igual que lo enfermizo de un poema,
me pronuncia al final
mirándome de frente
(esa luz que corona el pensamiento,
que nunca fue razón sino lo que se observa)
mmb
6 comentarios:
Precioso, como todos tus poemas, me ha gustado mucho su final, probablemente la razón se recobra con el día, la noche y sus sombras pueden ser muy fructíferas para un poeta.
Un saludo.
(No suelo comentar pero te leo).
Gracias por leer, Loli, aunque no comentes.
Un honor para mí tu presencia en estos versos.
Un abrazo.
Sigo leyéndote y me cago en las musas, Manu. Qué tristeza me transmitió, tío, o seré yo, vete a saber.
Es precioso el poema.
Namasté.
Qué va Mor, tu oscurana es natural y fatalmente reversible... jaja
Es Otoño quien los ojos parpadea, quien deshoja la luz con musas en la niebla.
Me alegra que te guste.
Beso.
me gustan los versos tristes...
un beso
Pues seguro que aquí disfrutarás un mogollón, Liz, yo soy carpa de tristeza. jaja
Gracias por venir.
Un beso.
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