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La bruma ha raptado los secretos de la luz
y una sombra sin cuerpo
se pierde en el destino de la melancolía.
El sueño inacabado se suicida en la noche.
Ya no cabe en el mundo la extensión de los cielos
y se deshace el calor, de su origen al viento,
igual que una secuencia de memoria del fuego.
La nada sí es todo. Una tumba del aire
en donde resplandecen fantasmas del recuerdo
con esos alaridos de gritos de nostalgia
tras los ojos del tiempo.
Cuántos hijos sin nombre allí hubieran nacido,
cuánto olor sin perfume tras la vida que cesa,
cuánta sed sin nosotros y su presagio de amor.
Pero aún tengo un no existir más allá del deseo,
forjado en la mirada del vacío
y en los surcos arados por los sueños,
donde muere la muerte
erguida tras su inútil transparencia.
Manuel M. Barcia
El nombre de las cosas
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Como en un filtro de voces nuevas tamiza el tiempo
la lluvia del ocaso, le da el vigor atemporal del aire
en la vaga sombra del recuerdo, vienen caballo...
Hace 6 horas
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