Querida compañera, amiga poesía.
Y si digo querida, no es porque te quiera
tan solo como amiga, sino en lo afectivo,
unos pasos más allá de las huellas que dejan
las sílabas desnudas de cita y compromiso
y aquello que nos llena de dudas sin saberlo
Y si he ser sincero, no sabría decirte
cual es el sentimiento que convierte en posible
la unión que nos abraza con nudos invisibles
a la fácil tarea de llevar las palabras
volando por el aire como si fueran aves
que portan sus mensajes a universos de cristal
Detrás de ese horizonte lejano y distendido,
el sol siempre amanece detrás de una neblina
que se va derramando de los sueños que olvidan
el espacio de sombras donde duermen los días
para volver a nacer del origen del tiempo,
llevando hacia lo alto las luces de la noche
En paisajes oscuros de jardines sin cielo,
florecen con la aurora los azules dormidos
en el vientre del sueño, donde es fruto del alma
cada verso silente que huye del vacío
a la búsqueda incierta de alguna bocanada
que llene el pensamiento de música y ternura
Por eso es necesaria tu voz y tu palabra,
tu grito en mi silencio y las luces calladas
que abren los secretos huidos hacia adentro,
cuando es densa la bruma y se filtran sus sales
en las cosas soñadas, con falsas evidencias
de todos los colores que atrapa mi retina
Tu eco nos acerca; es el sonido exacto
que envuelve las respuestas con ansias y argumentos,
y conduce al deseo por las sendas precisas
de los cantos que amaba, cuando dentro del aire,
cabía la belleza de un pájaro trinando
todas las madrugadas del alma en compañía.
Manuel M. Barcia