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domingo, 9 de mayo de 2010

FULGOR DESORIENTADO



La noche fue silencio
para soñar en tu piel,
o en cualquier otra parte de tu cuerpo,
el fuego abrasador que no se apaga

Y en el vientre ardiente del deseo
fuimos luz y reflejo de candiles,
fulgor desorientado,
dos velas incendiarias erguidas hacia el sol.



Manuel M. Barcia

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