El rojo, el amarillo y el gris
se mezclan confundidos con la sombra
La luz no se mendiga.
Emerge de los sueños en color
sin súplicas de sed en mansedumbre
Son múltiples las formas de belleza
que caben en la imagen del deseo
sin vómitos de tinta nauseabunda
que tiñen de silencio el interior
Dignidad no se escribe
con baba de mendigo,
ni brotes de saliva
con necia terquedad en sus razones
Cuando nace un poema,
cuando un brillo inocente
ensancha el corazón de las palabras
y llena el universo de esplendor,
los propósitos cambian,
y cambia cada gesto de bondad
con falsa gratitud en los fervores
Porque su alma nos llena,
porque un dios de su mano lo sostiene
y con letras de oro encuaderna
el goce de sabernos
humildes mensajeros de sus dones
pero nunca redime
miserias que con fango se coronan.
Manuel M. Barcia
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