El duende que se ríe de nosotros
con gracia y buen humor revolotea
la forma de anunciarnos
los signos que desnudan la conciencia
cuando a solas cruzamos las palabras
Y en sus majaderas acrobacias
esconde un paréntesis decente
con los sueños escritos
que dicta el corazón sin darse cuenta
Y tras nuestros encuentros apacibles,
gira sobre sí mismo
toda la fantasía que nos une
para ser un planeta del silencio
Y en su órbita, insomne,
recrea con estrellas
la luz que nos incendia sin saberlo.
Manuel M. Barcia(Por muy extraño que parezca, este poema está inspirado en el mar y en la roca que a sus olas se encarama...)
2 comentarios:
Yo (nosotros, mis hermanos y yo) teníamos un duende, se llamaba Pepín, todas las tardes hablaba y nos contaba historias, a la hora de la siesta, su voz se oía por la chimenea y llegaba a nuestras habitaciones, hasta que un día, mi hermano Xhimo se enfadó con él, le dijo una barbaridad y no volvio jamás.
Es como el de tu poema y me lo apropio, se llamará Pepín también.
Concha dixi en día de San Juan.
Un poema hermoso y lleno de misterio, Manuel.
Un beso de meiga
Ana
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