Hace no mucho tiempo
la luz amanecía
como algo precioso que fluye de los sueños,
declarándose libre
contra un mundo vacío
sin márgenes ni edad
En su ardiente alborada
era fácil reunir
aquello que atesoran los recuerdos
en la noche;
huellas de soledad merodeante
que al silencio acompaña
para ser cómo un puente que estrecha las orillas
con el sosiego inmóvil
del alma reposada en su confin
Al acto de soñar
se pueden añadir
promesas incumplidas
con otros despertares
de una memoria mansa
que mantiene el calor
de los fuegos insomnes
que arden el desvelo en luz de gas,
para teñir la nieve,
para colorear lo oscuro que me habita,
al rojo sin gobierno,
al frío que desnuda mi interior
cuando visto tristeza
en torno a las heridas de mi cuerpo
en donde cicatriza
toda la biografía del dolor
Y acaricio los días
henchidos del amor sin recompensa
que en tu vientre crecían.
Manuel M. Barcia
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