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Como tú, nunca supe dar destino a mi vida,
fingir en la impostura de los versos
andares vagabundos,
ni ordenados vestigios
que a sabiendas robé al tiempo de locura,
para urdir en la noche lo efimero de mí,
esta oración tan lenta,
la rutina voraz de un calendario
sin fechas ni presente.
Como tú, siento frío al despertar
lo que agita mis sueños,
lo incierto del amor, su decadencia
por mi ceguera en ciernes.
Sin embargo, pretendo de la luz
ardores sin nostalgia,
sentir en otra edad lo perdurable,
el aliento del sol temblando por mi piel
los vaivenes del cosmos sin ruinas.
Así lo cardinal en el exilio,
tú siempre poesía,
y yo el surco de nuevas escrituras,
latido y corazón donde palpita el viento
los deseos sin nombre,
su incógnito espesor
y los adioses.
mmb
2 comentarios:
Difícil que los ardores no traigan la nostalgia del después. Todo acaba, todo cambia, por eso siempre tiene cabida la nostalgia.
Es un placer leerle.
Un saludo.
Gracias por tu reflexión aquí, Misterio.
Un abrazo.
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