Me llama Trinidad,
como si fuera yo la comprensión
de los ritos paganos,
un dios en tres personas a la vez
y espíritu de un dogma.
No sabe que pretendo unificar
corazones y almas
con el íntimo ardor de los soles nocturnos
que buscan en nosotros permanencia.
Ignora que la sombra nos custodia
para luego entreabrir las puertas del ocaso
esparciendo septiembre hacia la luz,
más cercano a la luna.
Nadie puede saber que depara el destino,
acaso sea vivir
la única manera
de alcanzar el espacio de la muerte
un tiempo entre los dos
sin llaves de salida...
---
Intuyo que me hablas del amor
hurgando de puntillas desnudez
en la noche que vistes.
Acaricias las sombras
con abrigos de luz en los bosques y valles
que acogen en otoño a las tormentas.
Te pienso mientras podo los bonsáis,
no sé cómo enraizar nuestras vidas en ellos,
no tienen corazón, ni caminos pendientes
donde puedan huir los pasos de la historia
el frágil caminar de los misterios.
Acaso no es posible
sembrar la infinitud
sintiéndome en tu ser naturaleza,
fingir en la escritura que soy verso
que se cumple en tu piel,
biografía los dos
que ningún fin acaba.
--
En la confusa edad de nuestro bosque
los árboles nos tupen con maleza
que oculta de los años la ardentía
cuando el tiempo llamea sus raíces.
Es cosa de poetas
encarnar de la noche amaneceres,
investir al amor
de cualquier madrugada
que avive la ilusión
con un soplo de aliento.
¿Por qué tanto el afán en su negrura?
Acaso por rendir las estaciones
a la lluvia, quizá por ser remanso
de los jueves y orilla en la mujer,
semilla de un te quiero,
cosecha de un amor no cultivado.
Mi sangre no es de nadie,
pero si tú me sangras,
seré tan sólo herida de un poema,
el sol del horizonte
y luego exilio.
mmb
No hay comentarios:
Publicar un comentario