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Cuando los rumbos de la magia alinean lo sobrenatural con lo natural, hasta formar una conjetura romántica, la intimidad bordea precipicios psicológicos que desnudan los enigmas del amor y la muerte.
La vida es un sendero quimérico que avanza en el tiempo detenido de un reloj, donde los sueños son vestigios de luz que se acuestan a la sombra de la nada.
Todos los sentimientos están perdidos, como extraviados en las encrucijadas de laberintos de fatalidad.
Y camino en la existencia sin nadie, sintiendo en la alianza del silencio la oscura compañía de la bruma, que me acoge en su espacio fúnebre, y me abraza fetalmente a su historia inaccesible sin memoria.
No es la muerte culpable del exilio
que nos transporta en lo que se ama
a estadios apresados por la niebla,
en ciertas ocasiones,
y en días de añoranza,
escribo los fantásticos relatos
que hicieron de mi vida un melodrama,
vago en las palabras como alma en pena,
y en su tumba fingida,
me entierrro en las sílabas de un verso.
Manuel M. Barcia
El nombre de las cosas
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Como en un filtro de voces nuevas tamiza el tiempo
la lluvia del ocaso, le da el vigor atemporal del aire
en la vaga sombra del recuerdo, vienen caballo...
Hace 6 horas
1 comentario:
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