Detrás de la sonrisa misteriosa
un rictus de amargura
despierta en el poniente de las sombras
los rasgos melancólicos de un rostro
que siendo de mujer no lo parece
Quizá sea debido al gran enigma
que supone interpretar
la luz reveladora en su mirada,
o los dientes cautivos de su boca
que murmuran pasiones invisibles
en los sueños al óleo esfumados
Bajo su casto velo
asiste a un funeral de desentierro,
llorando en silencio los males de amor,
las tardes inocentes de posado
que descienden con vértigo de quietud,
la ausencia de colores en su ropaje interior,
los momentos más íntimos del parto
en un vientre de madre nunca sida
Las artes ilusorias de Leonardo
reposan con facciones contraídas
en la faz de una Gioconda de cristal
Aquellas que inspiraron
un alma en perspectiva que no muere.
Manuel M. Barcia
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