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viernes, 20 de noviembre de 2009

PIGMALIÓN, AFRODITA Y GALATEA


Contemplando su obra tan perfecta,
concedióle Afrodita como premio,
el don de la oratoria cada noche
y ser parte recíproca del sexo
en la imagen del sueño

Y al tocar otra vez a Galatea,
se sintió Pigmalión petrificado
al oír en el seno del silencio
la voz que se hizo humana en la materia:

Bien sabes que en las artes amatorias
el marfil se calienta
haciéndose más blando en el manejo
y dúctil al contacto de los dedos:

¡Prefiero ser estatua antes que imbécil!


Manuel M. Barcia

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