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Permíteme soñar
con tu piel braceando en mis alas
rumbo a las transparencias de lo incierto,
destino tuyo en mí,
imagen cegadora
de noches que una estrella resplandece.
O déjame caer ante tu altar,
del grito vulnerable diapasón,
penitencia en la sombra,
ruego de libertad en los culpables.
O admite que perezca
como arpegio en tu vientre
y luz de claustro apenas,
para hacer invisible la resucitación
de un árbol sin crecer en la edad de las flores.
Permite que la música resuene
los ecos del violín
cuando callen las notas del silencio
y el viento nos envuelva otra vez,
mientras vuelan los pájaros de luz
humedales a ciegas que nos guíen.
Manuel M. Barcia
El deslumbramiento
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El canto en las arterias que agita la sangre
con melodías que bullen
como ángeles festivos
por el andén de mi cuerpo.
Un ardor de llama en la lu...
Hace 5 horas
4 comentarios:
Casi una plegaria de luz en todo su esplendor. Luce este poema con luz propia, y nos trae ese mundo tuyo lleno de sutiles perfiles.
Es absolutamente precioso.
Te felicito.
Un abrazo.
Deseo...imagen cegadora en los ecos del violín y la luz que nos envuelva otra vez.
Me parece a mí, Manuel.
...y me encanta.
Un abrazo:
Elsa.
Me alegra que te guste, Perfecto.
Gracias por dejar tu huella en estos versos.
Un abrazo
Si tú lo ves así, no queda ya lugar para la duda, Elsa, tan sólo una mirada de certeza.
Gracias por estar, poeta.
Un beso
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