En el oído de las noches
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Me robaron las lágrimas
El día que te vi partir
Al cielo,
Desconocido mundo
Del sentimiento
Ahora
Estoy desnudo
Esper...
Hace 5 horas
4 comentarios:
Este soneto se adentra en la piel y la estremece. Infiel o no el cascabel que cuelgan los amantes de su cuello, nos deja su marca incandescente. Saludos.
Cómo podría hacerlo
si tus dedos resbalan en el aire
desde que las distancias son sinónimo
de apatías y el sol
confunde amaneceres con finales
para negar lujurias en la noche
y los hechizos diurnos.
Estamos condenados
a la tibieza
a ser solo partículas dispersas
de una pieza imposible.
Qué lindo eso que dices, M. José, poesía a ras de piel que cala dentro.
Un beso.
Tu embrujo emana siempre, Sil, nuclear el calor, sin átomos dispersos...
Gracias por tus versos.
Un beso.
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