La sombra trepa por mi tallo débil
torcido por el peso de pensamientos tristes
Silvana B Pressacco.
No es fácil convertir el silencio en palabra,
lograr que un girasol
obedezca las leyes a golpes de rocío,
ni que los abecedarios sean luz
en sílabas amantes de la espera.
Hay algo metafísico
que inunda la razón
cuando somos origen de la lluvia
con llantos de cristal,
la música del solo es un rumor
de incansable rutina,
un eco que te nombra sin cesar
en las voces antiguas
de un poema no escrito,
una bibliografía de pasión
con versos derrotados
en páginas del aire.
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Caricia leve, tú
y yo rozando casi
la esperanza de ser
ese fino cristal
que sigilosamente
nos atrapa,
comunes,
uno solo,
tu piel,
mi observación,
el memorándum...
--
Como Juan Salvador
me siento gaviota,
tan sólo por volar sobre la vida
alas de aprendizaje
en la superación.
Qué firme la quietud que nos sujeta,
qué impulso descubrir
la caricia del viento en tus rincones
tendiéndonos al mar
sin ser nunca caída en sus orillas.
Acaso seas tú
ese ángel sin sexo
que hilacha los azules de la nube
mientras soy espejismo de una sombra
con luz a mi través,
acaso quiera yo tu inmensidad
para poder sentir
que al verso hube amado
fingiendo que eras sed que me saciaba
al beber un poema
sin posos de amargor
ni análisis
ni ensayos.
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¿En alguna ocasión has podido intuir
que lo atardecido sólo es tiempo fugaz
en la busca de insólitos ensueños?
A veces miro atrás y me pregunto
si todo lo asombrado deja luz en las huellas
que al despuntar la noche nos siembra de ilusión
con ayeres de cielo en abundancia
y luminoso azul,
haciendo que los días sean lentos
y el amor perdurable.
Ocurre que mi alma es desnudez
cuando escribo un poema,
cuando presiento en ti
las caricias del alba
y un dulce despertar entre algodones
de miel y de blancura.
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Si ambos somos suma imprevisible,
sólo resta el calor
haciéndonos la misma exactitud
en la temperatura del poema.
Yo puedo aparentar,
si lo deseas,
ser hombre despistado,
o acaso un soñador que tiene por costumbre el desvarío
de amanecer palabras
formulando silencios
mientras llueve la tarde
todas las estaciones
y todo lo imposible
capaz de contraer
la existencia en nosotros,
algún rincón de ti
donde pueda alojarme
verso a verso,
como los idos cercan las esperas.
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Surgiendo uno del otro
hasta encajar la luz
de las mil y una noches.
Así es como yo quiero ser disfraz
mientras hundo mis manos en la búsqueda
de un tacto sin finales,
algún temblor de ti que signifique
la palabra existencia
sin ser la servidumbre de los sueños
en cuerpos separados.
Así la media luna
buscando habitación
en las adelfas,
o esa voz excluida del crepúsculo
para hacernos sentir
silencio que vigila
la muerte en soledad de los enamorados.
mmb