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Ya no hay aves que beban
la ausencia de la lluvia en la planicie,
sustento de la luz en primavera,
el cristal de mi sangre.
¿Adónde viajará su grisáceo destino
cuando surcan la tierra
los hierros labradores del barbecho?
Acaso pueda ser cuando se vayan
amante de los dos en solitario,
o amanecida breve
del desierto capaz de sombras y humedales
cuando mana el silencio.
Y mientras sólo escribo poesía,
pensamiento de nadie,
amor de lo que siento.
Manuel M. Barcia
Con las manos sembradas en la espalda
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La celda es un paraíso de sal
donde la muerte amamanta hongos de silencio.
La oscuridad pare gemelos ciegos
y una utopía llora dientes de cristal.
...
Hace 3 horas
2 comentarios:
Las aves que se han ido, motivo fugaz para la confesión del amor, manifiesto en alegorías sugerentes por la sensibilidad del amante... el poeta.
Bello...
Un beso desde México.
Gracias por esta caricia de sensibilidad que me dejas, Leticia.
Un beso
Manuel
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