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Aún camina el temblor sobre los limos,
en tu marea muerta, en las entrañas libres
cubiertas de arrecifes desangrados
bajo un mar de tinieblas.
Es bífido tu cuerpo en la sal,
respirando la muerte inextinguible
y luces de apogeo entre las frondas,
sin esplendor apenas
ni pasión.
Acaso existías
salvaje y en soledad,
todo sombra en lo que soy.
Hacia el sur pregonábamos tu eco
poblando primaveras virginales
con mi voz y tu nombre
mientras sólo gemían vientos aleteantes.
Manuel M. Barcia
Poema del día: "Gary Snayder", de Teresa Arijón (Argentina, 1960)
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Rastro de conejos,
rastro de ciervos, ¿qué sabemos?
¿Qué sabemos en la noche helada,
bajo los pinos,
recitando el poema de Leopardi
con memori...
Hace 1 hora
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