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Melancólicamente
reviven en la duda de nosotros
los fantasmas del tiempo que anuda soledades.
¿Y si fuéramos juicio
de los amantes que sueñan,
o en la noche amaneceres
dónde la muerte es la calma?
Las fuerzas de lo oculto nos atraen,
deshojando la luz de los cipreses,
también los corazones sin custodia.
En la memoria, sólo inexpresiones;
mensajeros sin nombre que tañen el olvido
con ecos de nostalgia
y la revelación
de palabras proscritas del silencio.
Camino en este amor inesperado
con las huellas de nadie,
vagando solitario lo dormido en la piel
lo que informa el ayer,
sombras y desencuentro.
Manuel M. Barcia
En el asilo de la nada
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Plácido
Por la fuga matinal
sobrevino
un arcoíris de sombras
acariciando
la necesidad de poseer
con una caricia huérfa...
Hace 1 hora
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