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Recitame un poema, que vuele en paz,
la voz y la palabra.
O escríbeme un poema,
sin el peso del dolor
que provoca la tangencia del tacto,
si apagamos la llama
que se oculta en el fulgor del deseo,
que se adhiere al misterio desnudando los versos.
Y aproxima un fuego aún más cercano,
sin que apenas
sus lineas silenciosas
se asienten en estrofas invisibles.
Recuadra en el poema la luz sobre los cuerpos,
y que sirva,
en las hondas siluetas que compone su vida incandescente
de faz que resplandece
cuando seas su materia en el sueño.
Descifra la belleza en el mundo que alumbra,
la hermosura más tonal del destino
que dibuja en tus ojos el latido del viento,
y su señal, lengua secreta de la infancia
con alma en cercanía.
Sé la piel de mi sombra,
recítame un poema mientras las luces callan.
Manuel M. Barcia
La casa
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Hoy visitamos la casa
en la que vivió tu madre
siendo niña.
Otra ciudad, otro mundo.
Está en una calle de la zona antigua,
muy deteriorada por ...
Hace 6 horas
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