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Como un diluvio yerto en la quietud,
vapor y piel. Como lágrima insomne,
fluye la sal. Y la imagen de ti
disuelta en la mujer. Espejo en la memoria
que brota por el aire los cauces migratorios
de la luz. Y tras él nuestros sueños
y el deseo, la pulsión rebosante de lo amado,
reflejos que perviven la existencia.
Como un volcán inerte se apaga nuestro amor.
Queda un nudo de sombras salvajes
en la bruma. Y el vértigo inasible del recuerdo
durmiendo en soledad. Queda la noche,
nuestro ardor, la ceniza.
Manuel M. Barcia
Poema del día: "000 232", de Khrystia Vengryniuk (Ucrania, 1987)
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Y entonces se rajó la tierra.
Exclamaciones y polvo, siempre vienen juntos.
Entrelazados.
Perdimos la maña de salir por la puerta.
Alguna cosa bloqueaba la...
Hace 3 horas
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