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Un derrame en la sien
apenas acunando la memoria
y tú desvanecida, desprolija la luz,
la sombra del amor que se suicida.
Aún quedan sin embargo melodías sin fin,
la cadencia fugaz del acorde de ti a la deriva
y aquel último grito acompasado
por el vaivén inútil del delirio con ecos de mujer.
Y entre la comisura de tus labios
un sabor infecundo
que muerde un incendio de ceniza
en la fosa del mar;
mientras la soledad
desvanece horizontes de pájaros y caudas
y el viento aletea
tus pasos de ballet a contratiempo.
Manuel M. Barcia
Quemadura
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En el mar de mi piel el ojo negro del dolor,
cuál el origen si no había otra luz que la de un sol
de verano; llegó el áspid con el silbido innoble d...
Hace 8 horas
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