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Anocheciendo, por el aire, flota
la libertad que ata a los bohemios. Nada
huye ni se altera
sino el flujo del posible devenir
del deseo. Sin sombra de lo amado,
sin látigos ni heridas, el bohemio celebra
su luz de cada día, y deshace
lo que ha parido
el tiempo que reinventa en sus raíces,
que se extiende a su lado, tangencia y resumen.
Un bohemio conjuga
el destino que se asoma mientras solo, transforma,
el origen del alma
como especie posible.
Manuel M. Barcia
Cómo cambian los tiempos
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Recuerdo aquel domingo de fútbol
en que nos tocó la quiniela.
Doce aciertos de catorce.
En total tres mil pesetas cada uno
-para dos chavales de ...
Hace 1 hora
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