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Pudo elegir la vida entre los sueños.
Pero quiso doblar lo que no existe
dejando la mudez a sus espaldas,
esas voces de adentro que a veces enajenan,
cortina de la cárcel
que cierra el horizonte de la umbría.
Y se condujo alegre
por los cauces de días volanderos,
inundando de acento las palabras,
peregrina de la luz
a través de las sombras
hacia vastos dominios de existencia.
Desterrada para siempre de la duda,
recreó un tiempo inmemorial en el recuerdo
imposible de explorar
por el miedo vencido en la memoria.
En ciertas ocasiones
la noche nos ofrece tratos de favor
- nos juzga la muy negra -
sólo su apelación podrá salvarnos.
Manuel M. Barcia
La sobriedad intelectual
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La sobriedad espiritual
Es un segundo de inocencia
Descubriendo la intelectualidad
Del grillo que canta por las noches
Noches de luna ll...
Hace 9 horas
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