Como el agua de un oasis desierto
late tu corazón en mi memoria
Y ahora he de afrontar este vacío
impregnado de sombras y silencio
mientras oigo tu voz defenestrada
aferrándose eterna en mi recuerdo
Y erijo un cielo azul
donde el odio no existe,
donde aún es posible
que los halcones puros y las blancas palomas
sean sólo pájaros
sin fines divergentes en su vuelo
Y aunque firme esta paz imaginaria,
ya sé que me dirías
que faltan las palabras que escribiste
nacidas al abrigo de otro tiempo
donde los sentimientos
venían al encuentro de la vida
sin amo que los guíe,
sin ánimo de ser la mezquindad
de un alma con eternas maldiciones.
Tan sólo eran ofrendas sin pecado
y el fruto del fervor de tu oratoria
De aquella que fue pura poesía
no queda ni un vestigio de presencia
Tu nombre lo han borrado para siempre,
sin legado, ignoto y sepultado
en la más vergonzosa oscuridad
Innoble es esta ausencia,
carente de motivo y de razón
Desconozco la causa que te lleva
al ámbito lejano
que sufren en destierro los olvidos
Tras esta tiranía incomprensible
escribo este alagato en tu homenaje
y también en mi defensa, ¿por qué no?...
Así podré dormir,
albergar en mis sueños
todo lo que ilumina la verdad,
y ser de la justicia abanderado,
vivir con dignidad,
librar de mi conciencia
esta inmensa putada que te hicieron,
o la simple analepsis
de tu muerte anunciada.
Manuel M. Barcia