Latiendo la nostalgia del silencio
se quedan moribundas las palabras
en su tumba de sílabas caídas
¿Y qué será de mí?
Todo es oscuridad en este encierro.
Tiene que haber alguna claridad
tras el recogimiento de la ausencia,
tal vez un sólo verso que aún desprenda la luz
del último crepúsculo estrellado,
o la fotografía de unos ojos
que sean de la noche siluetas de mujer
capaces de mirar este cielo de sombras
¿Por qué el viento es tan frío?
Me duele la memoria.
Y tiemblan todavía los recuerdos
de tu sangre encendida que me quema,
el ardor extendido
con huellas que convierten a los sueños
en frágiles cenizas
con delirios de fuego
No es fácil olvidarte,
hacer mitología
el tiempo que vivimos en brazos del deseo
Contigo fui uno solo,
ahora seré nada para siempre.
Y tú la poesía sempiterna
que sin mí amanece.
Manuel M. Barcia
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