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Era un ángel hermoso, y he caído.
Aquí no hay paraísos ni sombras de mujer,
mis alas abandonan el espejo,
sólo mi enfermedad
mientras tú nos elevas.
No existía el amor
¿Qué fuerza es ésta, qué pájaros revuelan la triste redención?
Quieren volar tu nombre habitando mi lecho
con nidos de dolores.
Manuel M. Barcia
La sobriedad intelectual
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Descubriendo la intelectualidad
Del grillo que canta por las noches
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Hace 14 horas
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