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La época de grandes aventuras
nos hacía misterio,
leyenda del confín por explorar,
lo que hubiera soñado la noche adormecida
creyéndonos luz
y la fertilidad en donde solo encumbra la epopeya.
Entonces, la pasión,
suicidio de mujer,
gruta sumergida en la piel
aflorando lo épico de mí
bajo la encrucijada de los sueños.
En la orilla, el volcán,
ingrávido fluir de la ceniza
que me abisma sin fuego
y tú, el resplandor,
libre de ensoñaciones como el viento que ama.
Manuel M. Barcia
La casa
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Hoy visitamos la casa
en la que vivió tu madre
siendo niña.
Otra ciudad, otro mundo.
Está en una calle de la zona antigua,
muy deteriorada por ...
Hace 3 horas
2 comentarios:
Ese fue el gran dilema... "creer" que no existía lo imposible.
Besos
Existe y espera.
Un beso
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