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La época de grandes aventuras
nos hacía misterio,
leyenda del confín por explorar,
lo que hubiera soñado la noche adormecida
creyéndonos luz
y la fertilidad en donde solo encumbra la epopeya.
Entonces, la pasión,
suicidio de mujer,
gruta sumergida en la piel
aflorando lo épico de mí
bajo la encrucijada de los sueños.
En la orilla, el volcán,
ingrávido fluir de la ceniza
que me abisma sin fuego
y tú, el resplandor,
libre de ensoñaciones como el viento que ama.
Manuel M. Barcia
¿Me he perdido algo?
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Una conversación improvisada en el ascensor más allá del buenos días.
En el bar saludo por su nombre al camarero,
¿qué tal, Luis? mientras pone ante mí
un ...
Hace 5 horas
2 comentarios:
Ese fue el gran dilema... "creer" que no existía lo imposible.
Besos
Existe y espera.
Un beso
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