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Yo ya no siento nada,
no laten mis muñecas
y está ciega mi hambre de existir.
Mariví González
Quiérolas,
tus manos en mudez,
el latido quebrado de la noche
que finge madreselva al despertar
tu ardor en desencuentro,
los tumultos de luz,
las gotas de rocío en tu almohada,
el vértigo, también un arrebato
velando tu memoria bajo abismos de piel,
desnuda sin remedio.
Soy mirada que surca transparencias,
lo invisible de ti,
la fiebre del no ser,
el pulso del amor enardecido
cuando azota la calma
el frío entre tus piernas,
la sombra de mi aliento.
mmb
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