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Siempre quiso tu vida saberte ingobernable
-con vocación de luz sembrada en la utopía-
buscándote de frente, por si hubiese algún día
turbado por dolor entre lo deseable.
Corazón de mujer por arma incontestable
enarbolaste tú la gran melancolía
y lo enjuto del ser por toda compañía,
igual que la bandera de una patria insalvable.
El viento de la noche gira sus remolinos,
desordena los pasos que ahondan los caminos
con las huellas del sur tan sólo por herencia.
Eres símbolo ahora, raíz entre los pinos
que señalan las rutas de antiguos peregrinos
a templos del placer, o acaso coincidencia.
mmb
2 comentarios:
Hola Manuel, buscando otra cosa me volví a topar con tu página.
Ha sido un verdadero gusto aprovechar el momento y disfrutar de buena POESÍA.
Saludos
Rossana
Me alegra tu extravío, Ross.
Gracias por venir.
Abrazo hasta Chile.
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