Probable es que pretenda sucumbir
más allá del origen,
amarte con pasión y luego renacer
tu ceniza en mi sombra,
saber que significa tan íntimo verdor
cuando el sol es empuje
en tu órbita extensa.
Acaso tu atadura sea el imán
capaz de contraer
lo inseparable,
la nupcia del ocaso con la luz
queriéndonos imagen del silencio,
la mudez de las aguas,
el polvo de la noche
y la interrogación
de tu roce en mi tacto.
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Todo es masturbación al sur de la inocencia,
tú filtras de las aguas
instantes fugitivos del placer,
primaveras y pájaros que tiemblan lejanía
en la similitud de los afectos.
Cabalgas tus pupilas en grupas del ayer,
recorres hacia adentro
universos azules
que sueñan balanceo en soledad,
adioses y sonrisas
brillando los vitrales del amor
mientras yo soy la nieve,
la ruptura, tal vez,
el tiempo de mujer sin estación
cuando somos amantes
y el ardor de tu fuego me alimenta.
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Yo puedo pronunciarte sin palabras,
desnudez sin remedio,
memorial de la luz,
abismo y atardecida
y nómada que busca libertad
entre la sed asible
del labio y su condena.
Lujuria, si es preciso, hemos de ser
para que tú me rindas,
para sentir amor
sin condiciones,
o acaso el manantial que de aliento nos sacie
con temblores y frío,
boca a boca.
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Te pones en mi piel
buscando el equilibrio en armonía,
quietud en territorios que habitan los salvajes
sin más ley que la pura libertad,
con todo el beneplácito de ser
balanza en mi persona,
el instrumento fiel de un buen estado.
Te muestras tolerante
cuando somos conflicto del amor,
a veces encerrada bajo el miedo
que supone entreabrir las puertas de la sed
para mirar relámpagos
y esas sombras mordidas por estruendos de mí
en tu luz verdadera.
Del signo Escorpio soy,
no pretendo cautivos en mi cama,
ni agónicos relojes, ni tiempos de dolor
cuando fluye el enigma
instantes de placer,
los confines que tienen por frontera
un cosmos sin proyecto.
Mi verdad es sencilla,
seduce a medio sol
mientras somos entraña de la noche.
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Escribes mar adentro,
navegas en nosotros lo apacible
de alguna secreción
y el rapto de la flores
en rincones del agua.
Océano en mi estanque
eres tú,
espuma de la sal
que rinde orilla
sin que importe morir
sabiéndonos los dos un riachuelo
incapaz de regar las raíces con fértiles promesas.
Origen de la lluvia y del éter
juntos fuimos marea,
análisis y ensayo del amor
que hizo delirar al flujo de mi sien
con latidos salvajes,
corazones ardientes y tsunamis.
mmb