Pasa el Amor y duele.
Silencio y azahar
penetran la marea del gentío,
su pasión y la fe,
la quejumbre del alma
bajo el crucificado.
Tupido de claveles, Él los mira,
rojo sangre y sin voz,
miles de nazarenos le acompañan
como si fueran luz,
o acaso madrugá
con alas de retorno en su viaje.
Al Cristo del Amor, al pueblo de Sevilla, a su recogimiento.
mmb
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