Finaliza el verano.
Y con él, mi esporádico sentir
al calor de las páginas leídas
en un foro que guarda mis secretos
sin lazos que poeticen libertad,
Ahora soterrada verso a verso
bajo el yugo de imbéciles rigores,
- con llave de clausura -
y un necio carcelero que gira sus caprichos
con látigos al aire, así según ventée
la sombra de su ego
o la luz que vislumbra los delirios
de un vate con complejo de fiscal.
Afortunadamente,
se quedan en mi archivo de memoria
los instantes felices,
sin que nada pudiese, - siquiera las razones de un cretino -,
impedir el disfrute de la estancia
en deuda fraternal con los poetas
que dejaron su huella entre mis sienes
apenas proclamando
un vestigio de paz en días venideros.
Quién ahora os escribe,
quién intenta morder la voz de la palabra
que grita con reproches su alma en soledad...
Os abraza sin círculos de ira
ni sutiles metáforas de mí
cargadas de dolor con aspavientos,
Para sentir algún estigma de poesía,
para que, si aún hubiese duda,
obviar la vanidad de los altivos
y ser feliz de veras.
Manuel M. Barcia