EL ÚLTIMO LATIDO

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Una vez me dijeron
que cuando no hay palabras que decir,
lo mejor es rendirse,
dejar que todo habite en el silencio.

Ojalá yo pudiera.

Ya sé que los poetas desconocen
soledades eternas,
ecos desvanecidos de memoria
cuando asoma la luz
flotando la estación de las ofrendas
con murmullos de sombra
y un tiempo sin destino.

Sin embargo, me callo,
ausencia es solamente mi excusa,

esta huella de mí
el último latido.





Manuel M. Barcia

SIN JUSTIFICACIONES

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La búsqueda ha llegado al interior,
enfrentado a mí mismo,
anhelos que amándose se odian,
sin justificaciones.

Hay algo metafísico de ti
que a ciegas acompaña lo ilusorio,
realidades fingidas de sabernos
en un tiempo volátil,
sin saber como trepa el olvido
la herida de los sueños que no existen
con lo roto hacia adentro.

¿Quién soy en este centro ensimismado
del alma en extinción?
¿Qué fui cuando era fuego?

Amar en lo incompleto es desigual,
sólo desposesión,
sentir frío en la noche
sin cobijo.




Manuel M. Barcia

EN LA QUIETUD VOLANDO

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Si aconteciera el viento
el aire de la calma que me calma
la luz sobre la herida
el alba tras el sueño y yo en su reflejo,
lo más claro de mí,
alzado del silencio que destruye
mientras todo es vaivén en la memoria,
reverso y agonía,
el tiempo que precede a un suspiro
y en nadie se derrama.

Si del cielo flotara el pensamiento
y este ardor en la espera
que consume mi tacto...

¿Por qué rozas mi alma sutilmente?

Tan sólo eras reclamo para huir
de mi propia existencia.
¿A qué tu empuje inútil?
Ya nada puede arder en mis cenizas,
el fuego se desploma
y con él nuestro embrujo
y también esos besos que nunca amanecieron
respirando palabras
donde vibran quietud labios enamorados.




Manuel M. Barcia

EL CONJURO DEL AIRE

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Diosa del aire, tú,
rutilante y divina,
el himen de la luz que me aprisiona.

Preñada de mi sangre alzas el vuelo,
con las alas heridas,

sólo mitología de la noche.



Manuel M. Barcia

DE TI FLUÍA EL MAR

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De ti fluía el mar
tan intenso oleaje,
los ancestros fluviales del cristal.

Abismada en el vientre
donde fue torrentera el diluvio,
tu piel estaba en mí,
naufragando un abril irremediable,

marea de mi cuerpo.



Manuel M. Barcia

EL EMBRUJO DE TI

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Mientras arde la luz
la raíces del sueño
el embrujo de ti
lo que me pertenece.

Tan sólo soy afluente de la lluvia, laberinto sin nadie
soledad
un verso calcinado,
vértigo y temblor,

un istmo de quietud a la deriva.




Manuel M. Barcia

AXIOMA DE FE

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El sueño de alcanzar cotas divinas
no es verdadero

pero existe, lo sé...

Filosofía de silencio
en voces que no cesan

mientras Dios es un punto de partida
como axioma posible.




Manuel M. Barcia

PLÁCET POST MORTEM

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No es hora de anhelar amaneceres,
sueñas lejos de mí

mecida por temblores.

Mañana, la luz y tú desnuda
frente al mundo.

El génesis de ti

y el frío que pronuncia los inviernos
en la noche proscrita

y las madreselvas.



Manuel M. Barcia

DEL TIEMPO QUE VIVÍ

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Del tiempo que viví
elijo la blancura sin materia,
esta imagen de un dios
soplando entre las nubes tu memoria.

Prefiero suponer que nunca has sido,
acaso sólo fueras viento en mí
y del cielo la brisa
que airea los instantes de lo amado.

Y es que si pienso en ti
nunca podré saber por qué no estás,
por qué ya mi destino se ha cumplido

sin nadie a quien soñar
eternamente.




Manuel M. Barcia

LA SENCILLEZ DEL AGUA

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Relámpago en la luz que te sustenta
subí hasta tu cielo,
metáfora de adviento en el amor,
ingrávido el placer mientras se fuga.

Y tú, hacías brotar
la sencillez del agua.




Manuel M. Barcia

TIENEN RAZÓN LOS LOCOS

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Tienen razón los locos
cuando evocan la idea en la cordura
sin más implicaciones
que su propio soñar.

Los sueños no contemplan disciplinas,
-la luz, servidumbre de algo, la sombra-
el extracto del tiempo en la quimera
pretendiendo ser vuelo del recuerdo,

acaso la distancia que los une
al ciego iluminar del pensamiento
en tan puro delirio,

como el fulgor cimero
que aleja del presente lo vacío,

allí donde la vida los trasciende.



Manuel M. Barcia

¿QUÉ DIOSES ME CONDENAN?

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Mis latidos se extinguen

en otro corazón.


¿Qué dioses me condenan?

Hay ciclos que se cierran,
palabras que dejamos de nombrar
en la costumbre.

No hay barro que amasar
cuando el alma se agrieta.

Yo elijo las estatuas
los pies a ras de tierra
o un cielo colmado de palomas.

¿Y que será de ti
mientras arden la fe mis confesiones?

Un rito de memoria nos cobija.



Manuel M. Barcia

¿POR QUÉ FINGIR AMOR?

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Asciende por la escala musical
un nota de Mi
ardiendo melodías de silencio.

¿Por qué fingir amor
si es tu calentura lo que quiero?

Seamos el abrigo del invierno
y su llanto y su risa,
mientras grita el placer
los arpegios de fuga en nuestro canto.

Seamos el temblor de lo prohibido
cuando el fuego reclame
la música en tu orilla

y en ella mi deseo.



Manuel M. Barcia

CREPUSCULARMENTE

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C
r
e
p
u
s
c
u
l
a
r
m
e
n
t
e


Así desbroza el tiempo la palabra
en la luz donde muero.

Vivízla ahora vosotros
sobre mi arqueología,

leve, sílaba, viento...



Manuel M. Barcia

VENDRÁS!...

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Deshojo margaritas
jugando al sí-me-quiere con ventaja.

Vendrás, vendrás, vendrás...

Al fin la primavera es mi destino
y el azar tu deseo inconfesable.



Manuel M. Barcia

DESAMOR

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A veces, desamor,
resulta ser un arma de dos filos,

el útil necesario para untar
besos en mantequilla
con apenas el roce de unos labios
de ceniza y salitre,

o el hiriente puñal
que sangra un divorcio en el juzgado
con jirones del alma en la memoria.

Escribo tu epiafio en son de paz,
un verso a vuela pluma
de ti en mis arrebatos de pasión

desposado civil,
ya desarmado

y un augurio invasor:
lo amado nunca muere,
revive solamente.



Manuel M. Barcia

ORIGEN

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Eras el presagio de la luz
y edad del resplandor en la materia
que la pasión resume.

Éramos el grito incesante del origen,
corazón de algún dios
latiendo en el osario de la espera.

No había eternidad en nuestro pacto,
- allí la vida entera es amenaza -
y el mundo a veces gris, intolerante,
como un nido de amor desalojado
que unidos construimos en la noche.

Tal vez aún sea pronta la estridencia,
el eco de la música que aturde
promesas sin principio,

tu sombra ennegrecida en el espejo
cuando al fin resucite
la imagen de la nada.

Y ardemos, sin embargo,
los dos a duermevela.




Manuel M. Barcia

LA HERIDA DE LA MUERTE

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Has plegado la piel
bajo el fuego que mana de la lluvia.

Casi puedo sentir
la herida de la muerte
desatando los lazos de tu vida,

partículas del aire, la niebla, el resplandor...

antes de penetrar
el vientre ya vencido.




Manuel M. Barcia

EMBOSCADO DE LUNA

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Estoy conmigo mismo,
tan pleno como un círculo de luz
emboscado de luna.

Sin embargo, tan sólo pienso en ti,
a tu sombra cosido,
perfilando tu piel
con hondos tatuajes de ternura.

Pero nadie respira junto a la soledad
que cubre los sudarios del olvido,

acaso tú
devoras corazones.




Manuel M. Barcia

MUSARAÑA

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Tengo una musaraña en los adentros,
que me piensa, me abstrae,

la memoria de ti,

como un tiempo remoto de las luces que urdieron
el fuego y la pasión
en las alas efímeras del viento,

la inmensidad desierta
que aún destella el aire

mientras vuelan los pájaros esquivos.



Manuel M. Barcia

DESNUDA EN EL ALIENTO

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Del último suspiro
te sentías ajena,

como un tiempo feliz que aún respira
los aromas de salvia,

desnuda en el aliento

y ese ardor que unifica las entregas.



Manuel M. Barcia

FRAGMENTO DE LA LUZ

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Allende la pasión,
casi salvaje,
la loba roe el hueso en tu guarida,
fragmento de la luz,
preñada de una luna rebosante,

desembocando el celo.



Manuel M. Barcia

COMO SI ARDIERAS

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Hay un ángulo en llamas;
emerge todavía
el vértice de mí en tu pasión.

No es fácil extinguir
la piel que de tu cuerpo amanecía
en incendios de sol,

o acaso los crepúsculos durmientes
en rebelión alzados
cuando sólo el latido del silencio
sangra mi soledad.

Qué sombra es el fulgor de tu reflejo,
qué inútil la belleza de la nada.

Fugaces son los sueños si no sienten
los abrazos de luz,
la pira de tus ojos,
las estrellas errantes a punto de nacer,

como si ardieras
caricia de mis manos carne adentro.



Manuel M. Barcia

AIREANDO LIBERTADES

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Atrapo el suave sssh
que pregona silencio
cuando grita el vacío frente a frente
allende mi conciencia.

¿Qué hará mi soledad
por estos andurriales de la luz
atajo al pensamiento?

Adorno su clamor
con algo compasivo en el semblante,
mirada somnolienta,

como un viento que llega
aireando libertades
con agudos sonidos de hipogeo,

mientras mi otro yo
camina sordamente.



Manuel M. Barcia

TODA

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El hechizo el sol
corona los perfiles de la noche,
naciente en ti
y en los sueños que alumbran el destino

la luna vive
toda.



Manuel M. Barcia

LA LUZ EN TI

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Reptas los abismos de la sombra

y diluyes la noche,
febril inmigración en tus adentros,

la luz despertará,
se despereza.



Manuel M. Barcia

TAN HUÉRFANA LA PIEL

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Alguien afila el rostro,
enmascara su llanto en soledad,
mastica el hambre,
tan huérfana la piel,
tan labio la sonrisa de su carne.

A veces, el dolor,
alivia la vergüenza de las almas.




Manuel M. Barcia

NENÚFAR SIN REMEDIO

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Las aguas en un bosque de cenizas.

Diluvios tan anclados a un destino
sin nada que afirmar,
salvo la sed,
avarienta la luz de amaneceres
que fueron de la lluvia madrugada
con el viento apostado
en la nube fugaz de una corriente
que filtra el aire limpio de los sueños.

La flora del embalse que me anega,
nenúfar sin remedio

y afuera sólo el frío del otoño...




Manuel M. Barcia

ADENTRO DE LA RUNA

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Qué oleadas de temor
dan margen a la nada,
al misterio

Qué magia silenciosa
descansa adentro de la runa

Tendré que diluirme tras la noche,
hasta encontrar la luz
petrificada

y descubrir allí
que la historia se escribe
en el silencio

las ruinas de ti
y un susurro fluyente
del tiempo que soñamos lo que fuimos

cuando calla el amor
y gritamos olvido.




Manuel M. Barcia

ERA UNA MUJER-PIEDRA

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Busqué los sentimientos de la infancia
para identificar
los días relevantes de mí entre las horas,
indagando la luz de los secretos.

Había en el cajón de mi mesilla
un libro impregnado de misterio,
anónimo al leer, sin letra impresa.

Era una mujer-piedra
al cuello de un colgante de septaria,
raíces de kunzita y un ojo de halcón
que nunca llegaría a envejecer
hasta enconcontrar su voz a duermevela,

ahora tatuaje de mi piel
y mundo hospitalario que me habita,
oriente y talismán,

como un tiempo volátil tallado de aventura.


a Marisa León.




Manuel M. Barcia

BAJO EL CIBERESPACIO

...


Jamás hay servidores de la luz
en esta realidad de mentes virtuales
que son de la locura el resplandor
bajo el ciberespacio.

Existe, sin embargo, un ente oscuro,
un hacker con visión de cyberpunk
y gran inteligencia artificial
metido en mi sistema.

Y por más que lo intente,
tan sólo hay en mis versos videojuegos,
guión de cine negro
o imágenes de sub-ciencia-ficción.

Una musa disuelve mi futuro
cuando escribo con lápiz y papel.
La inspiración me busca,
y emergen las palabras de su voz,
desandando del alma,
de allí a mi corazón...

Me ausento de repente, revuela todo el cielo,
y vuelvo a ver en video
la extensa triple-réplica de Matrix
por enésima vez

mientras alguien revisa mis poemas.




Manuel M. Barcia

VÍVEME SI MUERES

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Hechiza los abismos de la sed
que sin ti se silencian
en las gotas de lluvia.

Grita la libertad.
Víveme si mueres.




Manuel M. Barcia

PREFIERO LOS NO-CUMPLES

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Divague cada loco con su tema,
y el mío es proseguir
la senda del error desde su inicio.

El realismo final,
acaba siendo siempre el mismo sueño.

¿Qué sería la épica de mí
sin tanta desventura en su grandeza?

Prefiero, sin dudarlo, los no-cumples,
el ansia de vivir es perdurable.



Manuel M. Barcia

RELOJES DE AUSENCIA

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Quieren que me refugie en vos
palabra blanda
silaboba

Mario Benedetti





La lluvia y el fuego se asemejan,
aquella en el instinto de mi mano,
aguacero febril
y ardiendo como este sobre hielo.

Desconozco el por qué de tanto encanto,
tal vez el pleonasmo en su mirada,
-lo he visto con mis ojos-
quizá su realidad incierta en el deseo.

Renazco en las edades de Noviembre
y abandono el placer de la palabra,

porque yo soy así,

idioma de un lenguaje inalcanzable,
anarquismo en la voz,
embrujo del vacío que perdura
los relojes de ausencia.





Manuel M. Barcia