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Se diluye el amor
y traspasa el umbral de mi existencia,
agónico el latido.
Las brasas cubren el espacio del fuego,
mas yo no arderé.
En ti la gravedad y esta obstinación por compartir
mis manos con tu piel.
Y desnudo en tu luz
la música, el temblor,
lo inextinguible.
Manuel M. Barcia
Mi viejo auto, yo y los límites de velocidad
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A treinta: mi coche va por una calle transitada,
como es un animal bien adiestrado
comprende que debe ir lento,
niños y ancianos en las proximidade...
Hace 2 horas
2 comentarios:
Hermoso poeama del adios y la desesperanza. Me gusto el toque poetico, verdaderamente iluminado.
Saludos,
Gracias por dejar tu caricia en estos versos, Noris.
Un abrazo.
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