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domingo, 2 de noviembre de 2014

El agua en el fuego






Ya no tienes fulgor, y sin embargo ardes.

Qué difícil saciar
mi sed en tu destierro,
esa hondura tan frágil
que ya no te adivina
sembrando cicatrices
otoño
y madreselvas.

En tu vientre quebrado
hay un pozo de luz
sumergiendo la nada,

candiles que abrazaron el amor
y ceniza en las frondas,

un muro de la piel que fue crecida
con asiento en el agua.



mmb


6 comentarios:

Leticia dijo...

PRECIOSA IMAGEN SUGERENTE DE LA MUJER, QUERIDO MANUEL.
UN GUSTO ES LEERTE SIEMPRE. SALUDOS

Marina-Emer dijo...

preciosos versos...
Un saludo.
Feliz semana
Marina

Olalla dijo...

Llega tarde a la gala
de hechizadores e infantas.

Bajo la toca brasas ya gélidas y gotas ardientes
artificiales, transparentes, impuntuales.

Una llegada majestuosa a una cita caduca
de una cenicienta malograda
de una tórtola disimulada
que reemprende su e-migración
con el parabién bajo el ala.

Unknown dijo...

Me alegra que hagas luz esa silueta, Leticia.

Gracias por venir.

Unknown dijo...

Gracias por leer, Marina.

Saludos.

Unknown dijo...

No sé si es por herencia, Olalla, pero me hace muy feliz saberte arteria de poeta, algo impuntual, pero a mí me acaricia el pulso y también me celebra.

Un bico muy grande.