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Voy a extender los días con la lengua en tu nombre
y el fruto que perdura entre mis labios
de ardientes amapolas.
Ha sangrado tu voz
la tibia soledad de nuestra piel
y la respiro
y la oigo gemir
bajo un llanto incesante,
todo diluvio en ti;
soy náufrago en la noche
y tú siempre amaneces
y me salvas.
Manuel M. Barcia
Ya no habrá labios para el silencio
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Ya no habrá rostro en la mirada,
ni tacto en lo imaginado.
Solo el eco de un día
que germinó sin causa,
un aprender a amar
en la geometr...
Hace 11 horas
4 comentarios:
Precioso poema, Manuel. Como siempre, te lo aplaudo.
Un abrazo.
Suave lectura.
un abrazo
Simbólica y contradictoria como el amor, esa voz que sangra y gime y amanece y salva de naufragios personales.
Por aquí ando, Manuel, perdiéndome en los archivos. Hay mucho interesante y hermoso.
Abrazo.
Amanecer para ser salvado, un hermoso sentimiento éste.
Un abrazo
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