Tendido en el oasis que me habita,
releo los teóricos instantes
reflejados en ámbitos de arena
que traen un espejismo a mi memoria
En los ojos del tiempo no vivido
observo las imágenes del álbum
que apenas tienen brillo en la mirada,
preguntándome quién soy
Con la luz mortecina del recuerdo
penetra el pretérito en mi mente.
Traía su latido acompañado
de la indecisa niebla que moja los vitrales
sin ser lluvia ni sombra del otoño
¿Qué sueño no conoce la tristeza?
¿Qué páginas de un libro no son el manifiesto
del sepulcro de nieve
que de invierno renace primaveras?
Me fui hasta el epílogo desierto
en busca de respuestas
que sirvan de ornamento; que sustenten
el ayer sin razón de biografía
Y aún estaba intacto mi epitafio,
en blanco todavía, y a la espera
de los gritos que brotan del silencio
Murmullos con secuencias musicales
venían de algún sitio,
mutando de la noche su alegría,
en busca de un final sin lado oscuro
donde puedan reír mis fotogramas
sus márgenes callados.
Manuel M. Barcia