El tiempo delirante de los días
que juzgan los errores
se cierra impenetrable
detrás del horizonte de lo amado
No fue la indulgencia de una pena
aquello que perdí
cuando tuve el poder
de ser ante el destino tu misterio
Un nuevo calendario de esperanzas
se abre con visiones de futuro
dispuesto a envejecer en nuestros cuerpos
el pleito de mi piel contra tu carne
Y bajo la mazmorra de cristal,
donde nadie nos mira,
hay ojos sin materia
que niegan la existencia del olvido
El alma es intocable,
tu sombra me cobija y me perdona,
y el amor es un rito,
testigo de mí mismo sobre ti,
cumpliendo eternamente su condena.
Manuel M. Barcia
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