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sábado, 20 de febrero de 2010

LUZ DE CHIMENEA



Ardía la luz.
El fuego sostenía
entre sus brasas
el cauce del recuerdo.
La sombra silenciada
en el exilio.
Lechos de sed
con raíces sin árbol.

Soñaba con la lluvia,
con la sangre del mar
que fue lengua incesante de clamor
corriendo por sus venas
el agua y la sal;
navegando todas las transparencias
que la noche promete
cuando hay luna llena.

Reflejaba su ser
urdiendo rituales de belleza
con niebla de arcoiris
que gravita en un cielo
incombustible

Negaba su existencia en el espejo,
tan oscuro y febril,
bajo el ardor de aquella chimenea...


Manuel M. Barcia

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