La música se mece en tu cadencia
y en los ritos lunares
que vienen a mi encuentro sin clamor
Contemplo el vals alegre de las olas
en tu seno encrestado de blancura,
y escucho los caudales de quietud
que abismas en las sales del silencio
Y medito. Después vendrá la noche,
nadando entre las huellas primitivas
holladas por la lluvia desde el cielo
Y luego, tu grandeza.
Océano en la cuna que entrenace
los sueños y quimeras
O simplemente mar, y mi albedrío,
mi universo de agua,
el vértigo inasible,
mi balanceo a salvo.
Manuel M. Barcia
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