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La cruenta conversión del agua en fuego,
la médula y la sed,
la dulce mansedumbre que posterga.
Dos lenguas tan ansiosas de lamer lo insaciable,
la voz de los suicidas que se ahogan,
un grito impronunciable en la garganta.
No es fácil silenciar los gemidos sin dueño,
el instinto voraz de ti sobre mi piel
insaciable, vital,
tan proclive al amor,
solsticio en la inmersión de tu verano.
No es fácil discernir tu muerte y la ternura.
Manuel M. Barcia.
El silencio ahora escribe
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El silencio ahora escribe
Lo que el huracán borró:
Una estampida de besos
Ahora solo eco,
Un rumor de piel
En mis esquinas vací...
Hace 3 horas
2 comentarios:
Qué bien escribes, Manuel.
Te dejo un beso de meiga
Ana
Es un elogio inmenso viniendo de una musa como tú...
Gracias por tu cálida palabra, meiga.
Un beso
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