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Apenas la pulsión del vientre que se abre;
el instinto perenne que aprisiona
nuestra mitología.
Rehacerte vital
en lo salvaje del deseo,
el placer de los dioses,
huellas de plenitud
y laberinto
... mientras arde la lluvia.
Manuel M. Barcia
Sempiterna noche
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Si me asomo al brocal de este pálpito que ha perdido
la encendida luz, y allí con el sedimento de este fluir
que aún finge ser misterio del color, c...
Hace 6 horas
4 comentarios:
No hay lluvia capaz de arder sino esa:
La del deseo.
Otro beso.
El deseo puede llegar a ser todo lo salvaje que queramos, es un torrente que se lleva todo por delante.
Un abrazo
El último verso ¡apoteosico¡
Un abrazo.
Todos los poemas son muy bonitos, tienen una extensión perfecta para la vista y los sentidos. Gracias por tu creación, he disfrutado mucho con todos, pero este... ¡este es el mejor!
un saludo
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